
A Propósito de los 100 años de Doris Gibson

Pasé dos semanas queriendo escribir sobre mil momentos, cientos de anécdotas y docenas de frases de la abuela de Diana y de Drusila, mi relación con ella fue en un tiempo cercana y muy familiar, supe de ella desde muy chica. Recuerdo como ayer un día en que mi papá estaba estacionado en una calle de San Isidro cuando vimos una señora salir de una tienda con cuatro o cinco chiquillos rubios como de mi edad, entre 5 y 10 años. Mi papá volteó hacia mi mamá y le dijo “es Doris Gibson con los hijos de Enrique”, luego escuché palabras nuevas como “deportado”, “periodismo” y “militares”, todas casi como en un susurro.

Muchos años después conocería, en un salón de clases de la Universidad de Lima, a una muchacha alta y rubia con la que compartía el curso de lengua y creo que también estadística. Estudiando en mi casa descubrimos que nuestros padres habían sido compañeros de carpeta en el colegio, Diana me llevó a almorzar donde Doris varias veces, luego, cuando no estuvo en Lima, Doris me hacia llamar y me invitaba a almorzar al Suizo, a su casa o a La Pizzería de Diagonal, mucha gente llegaba a su mesa y otros se acercaban a saludarla, la conversación era fascinante, las risas frecuentes y el vino delicioso, Teresiña, Roberto y Percy son rostros que recuerdo en esas mesas.

Debe ser por eso que me fue tan difícil ver sus lentes y sus pañuelos sin ella. Ayer, dos semanas después, quise escribir este post y busqué sobre Doris, la hija del poeta, la fundadora de la revista Caretas, la mujer que se adelantó a su época, la defensora de la democracia y la libertad de prensa, la musa del pintor, la amante, la madre, la abuela estaban en los artículos de los que la conocieron, de los que la admiraron a lo lejos y de los que hubiesen querido ser aprobados por su media sonrisa inquisidora.

Ya había decidido escribir en primera persona y desde dentro, cuando encontré, gracias a la magia del internet, un artículo de Jimena Pinilla, “María Jimena” para los amigos de la infancia, “María Jimena la hermana de Toño” para mi. La última vez que hablé con ella fue por la publicación de su libro, prometió ir al programa si se sentía mejor, “depende de cómo me vaya esta semana” me dijo, a los pocos días me dio una entrevista telefónica, se reía porque yo no podía decirle Jimena, me dijo al aire “hace tiempo que nadie me dice María Jimena”, era joven y talentosa, pero dulce y sincera como una niña; leí muchos artículos de ella en esos días. Poco tiempo después me enteré de su muerte y lloré en silencio, sin compartirlo ni dar el pésame, me despedí de ella desde dentro.
Anoche el artículo sobre Doris que tenía en la pantalla era de Jimena, adelantándose al Mundo Azul de Lucho Repetto en la Casa O’Higgins, Jimena llamaba así su nota para El Comercio (“El Mundo Azul de Doris Gibson”), me parecía increíble como estas dos mujeres que conocí en diferentes momentos de mi vida se unían una noche húmeda y me dejaban sin saber como escribir de lo que hicieron, de sus tiempos y quehaceres, tan diferentes y tan iguales, tan importantes y tan ausentes hoy.

MPC